La ventana
“Me encantaba mirar desde esa ventana. No otra... esa. Desde allí mi vista abarcaba toda la montaña. Pensaba que cuando ocurriera, ese era el sitio donde debería estar. Siempre en verano. Por la tarde, cuando cae el sol y esa luz hace desear. No podía evitarlo. Cada día, durante un instante, mis ojos se veían atraídos por lo que anhelaba ver.
- Ha de ocurrir...- repetía para mí cada vez que contemplaba el castillo apostado en la cima.”
Un recuerdo, que con la distancia de los años, no puede retomarse desde la ingenuidad. Ya no tengo ocho años. El portalón del castillo jamás se abrirá. De su interior no saldrá ningún apuesto caballero. No recorrerá el camino que le llevará a mí, montado en su caballo blanco.
Los Príncipes Azules no existen, a no ser que seas una Princesa de Cuento...
Quizás por ese motivo me encuentro en el lado oscuro.
- Ha de ocurrir...- repetía para mí cada vez que contemplaba el castillo apostado en la cima.”
Un recuerdo, que con la distancia de los años, no puede retomarse desde la ingenuidad. Ya no tengo ocho años. El portalón del castillo jamás se abrirá. De su interior no saldrá ningún apuesto caballero. No recorrerá el camino que le llevará a mí, montado en su caballo blanco.
Los Príncipes Azules no existen, a no ser que seas una Princesa de Cuento...
Quizás por ese motivo me encuentro en el lado oscuro.
Las brujas jamás miramos a través de las ventanas...