A la isla de Ávalon llegaban caballeros atraídos por el misterio que emanaba esa tierra legendaría. Las hadas dando buena cuenta de ello, y cautivadas por la gallardía y heroicidades de los recién llegados, seducían a los insignes con las buenas artes hechiceras de las habitantes de Ávalon, recreandose así en la paz y el gozo de ese lugar mágico.
Cuentan algunos, que Mazoe presa de amor por Galahad, estuvo tentada de dejar la hermandad de las Reinas Hadas, incumpliendo así su juramento de fidelidad hacia ellas.
La sabiduria y el deleite que obraban en el caballero, forjaron un acuerdo por el cual convendrian una unión, más fuerte que muchas, por la que él y Mazoe permanecerían vinculados por el resto de sus días, quedando ella libre de cualquier deslealtad.
Así pues, ella amparada por el alba, abandonaba por unas horas la isla y acudía al encuentro de su caballero, para que, embelesada, pudiera escuchar de su boca las gestas heróicas que él le narraba. Al inmediato plenilunio, y al amparo de la noche, Galahad arribaba a la tierra de las hadas, con el deseo de que Mazoe , mientras lo arrullaba en su regazo, le contara historias de elfos y ninfas que tanto le solazaban.
Sólo ellos son conocedores de lo que sintieron, en que por una sola vez, la noche se hizo día y en Ávalon el tiempo transcurrió en un suspiro.
