Estrellas desde Ávalon
Le pedí a mi amigo el Cazador de Estrellas, que tuviera a bien de dejar un post en la isla. Siempre me ha gustado su manera de relatar y me agrada la idea de poder compartirla con la gente que se pasea por aquí.
Gracias por permitirmelo... y recuerda, todavía tengo mucho que aprender sobre ellas.
Morgana
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¿Quién no lo ha hecho alguna vez?
Estas ahí y te acompañan en un instante de soledad, en un momento de tristeza, en un amago, un suspiro, un deseo de comprenderlo todo sin conseguirlo ó en una necesidad ferviente de sumergirte en el olvido para no intentarlo.
No dicen nada, simplemente están, y aún así, por algún extraño motivo, siempre nos cautivan provocándonos una enorme sensación de intriga. Miente, el que diga lo contrario ó quizás, es que nunca lo ha probado.
Cada noche, soberanas y altivas en su característica y peculiar individualidad, con un gesto de sano orgullo y superioridad, nos hacen ver que somos algo insignificante y efímero a la vez, que estamos y no somos ó que somos y no estamos. Nos preguntamos si venimos de ellas, si vamos a su encuentro ó si quizás simplemente, compartimos un mismo destino.
Inalcanzables y siempre admiradas, con ese poder especial para causar alguna sensación al ver su cintileo desde millones de años luz, sin que seamos conscientes de que quizás, en este momento, ya no existen y lo que en realidad vemos, no es más que un efecto del tiempo. Sin embargo, de una forma u otra, perduran a lo largo de las edades. Quizás sea lo más parecido a un ente inmortal, a vivir eternamente.
Nos mueve el afán por lo desconocido. Aún sin saber muy bien por qué, estamos seguros de que encierran algo más de lo que muestran. Lo que nos hace saltar el corazón lo comparamos con ellas, en su regazo cobijamos lo que más queremos y las regalamos a ese alguien especial con el afán de que protejan eso que consideramos más preciado, como un caballero que anhela batirse por el honor de su princesa.
¿Estamos en lo cierto ó simplemente creemos en algo para explicar lo que no entendemos?
Acaso importa?…
Estas ahí y te acompañan en un instante de soledad, en un momento de tristeza, en un amago, un suspiro, un deseo de comprenderlo todo sin conseguirlo ó en una necesidad ferviente de sumergirte en el olvido para no intentarlo.
No dicen nada, simplemente están, y aún así, por algún extraño motivo, siempre nos cautivan provocándonos una enorme sensación de intriga. Miente, el que diga lo contrario ó quizás, es que nunca lo ha probado.
Cada noche, soberanas y altivas en su característica y peculiar individualidad, con un gesto de sano orgullo y superioridad, nos hacen ver que somos algo insignificante y efímero a la vez, que estamos y no somos ó que somos y no estamos. Nos preguntamos si venimos de ellas, si vamos a su encuentro ó si quizás simplemente, compartimos un mismo destino.
Inalcanzables y siempre admiradas, con ese poder especial para causar alguna sensación al ver su cintileo desde millones de años luz, sin que seamos conscientes de que quizás, en este momento, ya no existen y lo que en realidad vemos, no es más que un efecto del tiempo. Sin embargo, de una forma u otra, perduran a lo largo de las edades. Quizás sea lo más parecido a un ente inmortal, a vivir eternamente.
Nos mueve el afán por lo desconocido. Aún sin saber muy bien por qué, estamos seguros de que encierran algo más de lo que muestran. Lo que nos hace saltar el corazón lo comparamos con ellas, en su regazo cobijamos lo que más queremos y las regalamos a ese alguien especial con el afán de que protejan eso que consideramos más preciado, como un caballero que anhela batirse por el honor de su princesa.
¿Estamos en lo cierto ó simplemente creemos en algo para explicar lo que no entendemos?
Acaso importa?…
El Cazador de Estrellas