Templanza
Aquí os dejo con esta fantástica reflexión, que ha tenido a bien escribir para la isla mi gnomo preferido.
David, ya sabes… esta es tu casa. Un placer que hagas uso de ella cuando gustes.
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En cierta ocasión, me vi sorprendido con una frase de Morgana en la que utilizaba la palabra intemperante, la cual hace referencia a la templanza.
Si buscamos en el Diccionario de la Real Academia templanza es su acepción religiosa es: Una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en moderar los apetitos y el uso excesivo de los sentidos, sujetándolos a la razón.
Wikipedia la define con mayor detalle de la siguiente manera, para la doctrina cristiana, es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad.
Si buscamos en el Diccionario de la Real Academia templanza es su acepción religiosa es: Una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en moderar los apetitos y el uso excesivo de los sentidos, sujetándolos a la razón.
Wikipedia la define con mayor detalle de la siguiente manera, para la doctrina cristiana, es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad.
La persona moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles, guarda una sana discreción y no se deja arrastrar ‘para seguir la pasión de su corazón’ (Si 5,2; cf 37, 27-31). La templanza es a menudo alabada en el Antiguo Testamento: ‘No vayas detrás de tus pasiones, tus deseos refrena’ (Si 18, 30). En el Nuevo Testamento es llamada ‘moderación’ o ‘sobriedad’, tal como se afirma en la Carta Paulina ‘(debemos) vivir con moderación, justicia y piedad en el siglo presente’ (Tt 2, 12)[1] . Viene de la palabra templo, y nos lleva a considerar nuestro cuerpo como un templo.
Se puede decir que La Virtud de la templanza es la virtud que nos capacita para controlar y canalizar correctamente nuestras tendencias. La virtud de la templanza representa el término medio entre el desenfreno y la insensibilidad.
Para unos, un comportamiento es conformarse a unas reglas, pero no sólo es esto. La ética es un dinamismo interno del sujeto. La templanza no es meramente dominarse y moderarse, sino que es una discreción ordenadora en orden a la armonía y perfección del interior del hombre. Ordenar por la templanza no sólo significa suprimir, sino armonizar.
Cabría distinguir dos tipos de "templanza": la natural y la que se califica como virtud cardinal (que es la definida por el Rae y Wikipedia).
Para unos, un comportamiento es conformarse a unas reglas, pero no sólo es esto. La ética es un dinamismo interno del sujeto. La templanza no es meramente dominarse y moderarse, sino que es una discreción ordenadora en orden a la armonía y perfección del interior del hombre. Ordenar por la templanza no sólo significa suprimir, sino armonizar.
Cabría distinguir dos tipos de "templanza": la natural y la que se califica como virtud cardinal (que es la definida por el Rae y Wikipedia).
La primera se refiere al dominio, principalmente, del gusto y del tacto (son los dos sentidos más afines con esta virtud) que impone la razón, de forma que el hombre y la mujer se guíen por la moderación y no sean esclavos de los placeres sensibles. Cabría denominarla "templanza natural", la cual debe estar presente en la vida de todas las personas, pues, de lo contrario, su conducta sería dirigida por el instinto, lo que les acercaría más o menos a la existencia de los animales. El filósofo latino Cicerón definía esta templanza natural como "dominio firme y moderado, impuesto por la razón sobre la concupiscencia y demás ímpetus desordenados". Esta "templanza natural", se puede invocar y practicar por motivos bien diversos y algunos son bastantes fútiles. Es el caso, por ejemplo, de cuantos se privan del placer de comer y de beber para mantener un canon discutible de belleza, o la de quienes rehúsan ciertos placeres sensibles para mantenerse "puros" en una sociedad que califican de desordenada. Otras veces se vive la templanza a causa de algún criterio médico válido: es preciso abstenerse de ciertos placeres por motivos de salud, etc.
Por el contrario, la templanza cristiana es la virtud cardinal que orienta y modera la tendencia a los placeres sensibles para que la persona se mantenga dentro de los límites que le señala la fe.
Llegados a este punto, cuantos de nosotros tenemos presente esta templaza cristiana en nuestra toma de decisiones diaria? pocos dirán ustedes. Y cada vez menos desde el momento en el que la religión (o mejor la fe) ya no es el eje conductor de nuestra toma de decisiones. Pero independientemente de nuestra fe o carencia de ella, ¿no disponemos de unos principios que hagan de la templanza una “virtud” en nuestra vida diaria?
Llegados a este punto, cuantos de nosotros tenemos presente esta templaza cristiana en nuestra toma de decisiones diaria? pocos dirán ustedes. Y cada vez menos desde el momento en el que la religión (o mejor la fe) ya no es el eje conductor de nuestra toma de decisiones. Pero independientemente de nuestra fe o carencia de ella, ¿no disponemos de unos principios que hagan de la templanza una “virtud” en nuestra vida diaria?
¿Cuantos de vosotros la tienen presente cada día? ¿Cuantos rechazan las tentaciones pese a saber que puede desequilibrar nuestra existencia? ¿En qué programa de estudios para la ciudadanía se imparte la necesidad de tenerla en cuenta, llamándola templanza o prudencia como también se la conocer?
¿Es el modo de vida actual el que impide o dificulta su aplicación o somos nosotros?, superados por el estrés diario cuando se nos permite disfrutar de un placer al que normalmente no tenemos acceso arrinconamos cualquier principio, virtud o como se quiera llamar, que coarta nuestras vivencias, nuestras experiencias.
Quizás existan dos Españas en cuanto a creencias religiosas, pero en cuanto a la virtud objeto de este post, me atrevería a decir que no existe más que una masa de ciudadanos que hacemos lo que podemos y la templanza (lo mismo que otras “virtudes”) solo es algo molesto que no tenemos en cuenta.
¿Es el modo de vida actual el que impide o dificulta su aplicación o somos nosotros?, superados por el estrés diario cuando se nos permite disfrutar de un placer al que normalmente no tenemos acceso arrinconamos cualquier principio, virtud o como se quiera llamar, que coarta nuestras vivencias, nuestras experiencias.
Quizás existan dos Españas en cuanto a creencias religiosas, pero en cuanto a la virtud objeto de este post, me atrevería a decir que no existe más que una masa de ciudadanos que hacemos lo que podemos y la templanza (lo mismo que otras “virtudes”) solo es algo molesto que no tenemos en cuenta.